El todavía presidente de EEUU persevera en una actitud desafiante ante su derrota en las elecciones contra Joe Biden. Psiquiatras y expertos en comunicación política analizan su papel en los últimos días.

Por: Jesus Travieso

Todo comenzó en una noche de esparcimiento. Fue en 2011, durante la cena de corresponsales que la Casa Blanca organiza con los periodistas que cubren la actualidad del gobierno estadounidense. En este evento, el presidente de EEUU, los reporteros y numerosas personalidades invitadas comparten mesa y mantel. También hay varios momentos para el humor. Uno de ellos está reservado para el propio presidente, que en aquel momento era Barack Obama, que como marca la costumbre realizó un discurso cargado de chistes y de pullas contra personajes de la actualidad. Aquel día, varias de ellas fueron dirigidas contra Donald Trump, entonces un magnate y empresario muy mediático que estaba entre los invitados. Según publicaron medios estadounidenses, aquellas chanzas no le sentaron nada bien. Fue entonces cuando decidió aspirar al cargo de quien se burló de él.

Que unas cuantas bromas pudieran servir para desencadenar un proceso que culminó en toda una candidatura a liderar la primera potencia mundial ayudan a explicar parte de la actitud del todavía presidente. Trump es el principal referente de una manera de hacer política que lleva su nombre, el ‘trumpismo’. El cual está detrás de su estrategia de denunciar un fraude electoral por su derrota ante Joe Biden que desmienten hasta compañeros de su partido. Una palabra que sirve para explicar parte de una personalidad donde expertos en psiquiatría consultados por La Información ven rasgos narcisistas y cierta intolerancia a quien le contradiga. Lo que combina con una actitud que puede llegar a ser seductora para muchos, que le sirve para haber mantenido gran parte del apoyo electoral que le llevó al máximo cargo en 2016, señalan. Ahora ha pasado de ser presidente a ‘villano’, de la Casa Blanca a ser un ciudadano de a pie, pero con un amplio respaldo social y capaz de hace cualquier cosa para salirse con la suya o convertir en verdad una realidad propia o inventada.

 

Que unas cuantas bromas pudieran servir para desencadenar un proceso que culminó en toda una candidatura a liderar la primera potencia mundial ayudan a explicar parte de la actitud del todavía presidente. Trump es el principal referente de una manera de hacer política que lleva su nombre, el ‘trumpismo’. El cual está detrás de su estrategia de denunciar un fraude electoral por su derrota ante Joe Biden que desmienten hasta compañeros de su partido. Una palabra que sirve para explicar parte de una personalidad donde expertos en psiquiatría consultados por La Información ven rasgos narcisistas y cierta intolerancia a quien le contradiga. Lo que combina con una actitud que puede llegar a ser seductora para muchos, que le sirve para haber mantenido gran parte del apoyo electoral que le llevó al máximo cargo en 2016, señalan. Ahora ha pasado de ser presidente a ‘villano’, de la Casa Blanca a ser un ciudadano de a pie, pero con un amplio respaldo social y capaz de hace cualquier cosa para salirse con la suya o convertir en verdad una realidad propia o inventada.

En Estados Unidos ya han ido mucho más allá al analizar a Trump, al que se ha llegado a definir como «un peligro». Esa era la base de un libro titulado ‘El peligroso caso de Donald Trump’, en el que hasta 27 psiquiatras y psicólogos señalaban por consenso que el estado mental del presidente era contraproducente tanto para el país como para los derechos individuales. En el análisis que realizaron había términos como compulsión emocional, impulsividad, concentración deficiente, narcisismo e imprudencia. Además de algo que es muy singular en él: el temor de su entorno cercano a que cambie de opinión de un minuto a otro. Una de las que participó en ese libro fue la psiquiatra de la Universidad de Yale Bandy Lee, que en un artículo publicado en ‘The Conversation’ insistió en que sus decisiones durante los años que gobernaran podían llegar a ser alarmantes.

 

Una realidad alternativa… y convincente
Desde el prisma de la comunicación política también se vislumbran las disfunciones que ofrece Donald Trump al debate público. Las cuales no tienen por qué basarse en mentiras. También puede ser que él mismo se haya imbuido en un entorno donde ocurre todo lo que él cree que puede o debe pasar. «Lo que hace es configurar una realidad distinta, que él mismo se la cree, y formular un discurso que le favorece dentro de la misma», señala a esta redacción María José Canel, Doctora en Comunicación por la Universidad de Navarra y catedrática de comunicación política.

Según explica, el presidente de EEUU ha logrado «utilizar la estrategia de la división» para atribuir a sus rivales «algo que una mayoría desprecia». «Le dice a 70 millones de votantes que tienen un enemigo común, que les están robando el voto. Utiliza algo con apariencia de verdad para que eso penetre mejor entre los suyos. Aunque sea ficción», añade Canel. Una estrategia para la que Trump ha utilizado el voto por correo, que por primera vez ha estado entre las fórmulas permitidas debido a la pandemia de coronavirus. Antes, solo se podía emplear con una causa justificada. A lo que se suma el voto anticipado, que permitía ir a depositar la papeleta a una urna antes del 3 de noviembre. Con la particularidad de que en cada estado la legislación ha sido distinta. Circunstancia que le ha podido ayudar en ese relato que ha creado.

Que haya mantenido a millones de votantes a su lado a pesar de las innumerables polémicas de estos cuatro años se explica con que estos perciben que ha cumplido lo que ha prometido. «Es algo que muchos políticos no hacen. Salirse de lo políticamente correcto y que se comporte conforme a esa realidad que ha diseñado, le facilitan ese respaldo», indica Canel. Lo que no le parece tan singular a esta experta son esas acusaciones de que va por libre y no se deja asesorar, reproduciendo así esos cambios de opinión inmediatos de los que advierten los psiquiatras. «Comunicar en política no solo va de decir que vas a hacer una cosa, sino de ejecutarla. Y en ámbitos como el empleo ha conseguido que mucha gente le escuche por el interés de su bolsillo. Es hábil para combinar realidades con ficciones», insiste.

Todos estos rasgos de Donald Trump permiten entender en cierta manera lo que lleva ocurriendo desde que empezara el recuento de las urnas en EEUU. En Washington y en el resto del país ya se preparan para una transición movida. Mientras los demócratas empiezan a asumir que puede que tarde en aceptar su derrota, el magnate no abandona el discurso de que el voto por correo no es válido. Lo que le ha servido para agitar a sus masas, que han llegado incluso a protagonizar intentos de asalto a oficinas del escrutinio. Los expertos consultados rechazan que su personalidad responda a la de un «loco», como se le define coloquialmente.

Lo que está claro es que los presagios optimistas no se han cumplido: la Casa Blanca no ha cambiado su impulsividad. Ha ido a contracorriente hasta el final. Y ahora, lo hace incluso con el mismo sistema electoral que le permitió ser presidente. Una situación que ha provocado una situación similar a aquella con Obama en 2011. Aunque quien se ha burlado ahora de él es la activista Greta Thunberg. Está por ver cómo le responde Trump.8

 

Fuente: https://www.lainformacion.com/mundo/donald-trump-narcisismo-realidad-alternativa-perfil-elecciones-eeuu/2820342/