Con vasta experiencia política, la primera ministra busca legitimar su poder en las urnas

Theresa May se convirtió en primera ministra en julio pasado, producto de un error político de su predecesor, que se comprometió con la permanencia de la Unión Europea, pero luego los resultados del referéndum no lo acompañaron. Si bien ella había hecho campaña a favor de continuar dentro del bloque, al momento de asumir declaró «Brexit significa Brexit» y prometió una negociación dura. «La próxima persona que se entere de cuán bloody difficult woman [mujer terriblemente difícil] soy, va a ser el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker», dijo, haciendo alusión a la forma en que la describieron sus colegas conservadores durante la campaña presidencial del partido.
Su experiencia, en busca de legitimidad

Con 60 años, May cuenta con una vasta experiencia en la esfera pública: es miembro del Parlamento británico desde 1997, y lideró los ministerios de Mujer e Igualdad y del Interior. Ahora, busca legitimar su cargo de primera ministra a través del voto. Sin embargo, la ventaja de casi 15 puntos sobre su adversario que tenía en abril se redujo a cinco en los últimos días. «A medida que se acercan las elecciones, han salido a relucir los ecos de aquellas medidas duras que tomó cuando era ministra, que han resaltado su aspecto más frío, exigente y poco comprensivo con la calle», dice María José Canel, catedrática de Comunicación Política de la Universidad Complutense de Madrid.

Con mano dura, «un liderazgo fuerte y estable»
Desde que May anunció en abril la convocatoria a elecciones anticipadas, la primera ministra eligió basar su estrategia electoral en su imagen personal, al presentarse como una dirigente decidida y de mano dura. Con su eslogan de campaña, «Un liderazgo fuerte y estable», May se proclamó la mejor opción para enfrentar las negociaciones del Brexit. «Hizo una campaña muy personal sobre su liderazgo, pero en el medio tuvo algunos tropiezos con un par de marchas atrás en sus promesas electorales; eso erosionó un poco su imagen porque va en contra de su eslogan y de la seguridad que quiere mostrar», explica Alan Convery, profesor de política de la Universidad de Edimburgo.

El fantasma de Margaret Thatcher
May es la segunda mujer en el cargo de primera ministra, después de Margaret Thatcher. Su perfil perfeccionista, su adicción al trabajo y su fuerte personalidad rememoran a la «Dama de Hierro», que ejerció el máximo cargo de Gran Bretaña por más de diez años. «May es comparable con Margaret Thatcher porque las dos son mujeres, son del Partido Conservador y han mostrado dureza y determinación a la hora de actuar. Sin embargo, a Thatcher no la vimos nunca en una situación donde tuviera que negociar con otros políticos. Y es posible que May se encuentre en esa situación si las elecciones determinan un Parlamento colgado, donde ningún partido consigue una mayoría clara», compara Canel.

Una mujer fría que confía en pocos asesores

Los críticos de Theresa May dicen que confía únicamente en un grupo reducido de asesores y que es poco permeable a escuchar otras opiniones. La impresión de ser una mujer fría tal vez se deba al plano personal: la primera ministra perdió a sus dos padres cuando tenía sólo 25 años. Hija única, no pudo tener hijos con su marido, Philip May, a quien conoció en la universidad por intermedio de la ex primera ministra de Paquistán Benazir Bhutto. La decisión de May de no participar en el debate electoral, porque iba ganando en las encuestas, hizo aumentar las críticas hacia su perfil. «Aquellos que dudan de votar a May la consideran dura, distante y mala negociadora. La actitud fuerte puede obrar en contra de ella», dice Canel.

Fuente: http://bit.ly/2r8WZih

Autor: Sofia Diamante