Los expertos en comunicación explican los pros y los contras de la ‘política viral’ en las redes

El vídeo todavía no ha matado a la estrella de la radio, ni de la televisión ni de los periódicos. El vídeo político en redes sociales. Su fuerza, su difusión, su capacidad para convertirse en apto para todos los públicos y, en última instancia, su efectividad a la hora de influir en el voto, depende en buena medida de la potencia con la que trascienda el ámbito de Twitter, Facebook, Youtube… para colarse, con análisis incluido, en el ámbito de los medios tradicionales.

Los expertos coinciden en este planteamiento. «Estamos en la era de la imagen y de la videopolítica. Se lee menos y se ve más», señala Jordi Rodríguez Virgili, profesor de Comunicación Política de la Universidad de Navarra. Y esto es especialmente aplicable al votante más joven que se informa en las redes o en la televisión pero, en este caso, interactuando con el móvil en la mano. Sin embargo, para ampliar el espectro social al que se llega es imprescindible, en opinión del consultor de Comunicación Luis Arroyo, que los vídeos acaben anidando en los periódicos, en la televisión y en la radio.

María José Canel, catedrática de Comunicación Política de la Universidad Complutense, también incide en este aspecto. Mantiene que los vídeos que lanzan los partidos en las redes «llegan mucho» pero para que su visibilidad sea máxima han de ser lo suficientemente «controvertidos o impactantes» como para saltar a los medios de siempre y su «efecto político variará en función del comentario que de ellos hagan».

Canel recuerda que el vídeo en redes no es tan determinante a la hora de influir en el voto como los debates. «En estos», explica, «el ciudadano ve al candidato sin artificio, indefenso». Y añade: los vídeos hay que «medirlos muy bien» porque con sus mensajes, siempre polarizados – nosotros los buenos, los otros los malos-, «refuerzan las ideas y las impresiones en positivo y también en negativo». Y en el votante indeciso, puntualiza, puede tener un «efecto bumerán». En definitiva, concluye: «Son un arma de doble filo».

Arroyo, autor de El poder político en escena, se declara «ciberescéptico». Mantiene que este tipo de comunicación «no tiene el más mínimo impacto en el comportamiento político», más allá de consolidar las «pandillas de afines que se siguen entre sí». Rodríguez Virgili opina que son una «tendencia in crescendo» que hay que perfeccionar.

Los expertos analizan a la luz de estos planteamientos los dos últimos vídeos de Ciudadanos y PP. Respecto al primero de ellos se muestran críticos. «Demasiado largo; no tiene gratificación inmediata», según Virgili, para quien este tipo de comunicación en redes debe ser siempre «muy concreto» y dirigirse claramente a «un segmento poblacional». «El concepto está bien pensado: plantear una situación real en un bar«, pero la interpretación del personaje que representa «al adversario», en este caso Pablo Iglesias, «no es buena; sólo se lee en clave de humor».

Arroyo coincide en que se trata de un vídeo «larguísimo y anodino». En su opinión, se aleja completamente de lo que triunfa en las redes, que es el concepto de meme, es decir, la «unidad mínima de difusión de cultura». En su opinión, «las ideas que se viralizan han de ser prolíficas, fieles en la copia y duraderas en el tiempo». Y pone como ejemplo perfecto el «¿por qué no te callas?» que le espetó el Rey Juan Carlos a Hugo Chávez, o el eslogan «España va bien» de la etapa de Gobierno de José María Aznar.

Canel define el vídeo de Ciudadanos como ejemplo típico de «publicidad de ataque». «Ellos son el PP y Podemos, a los que se identifica con el plasma y con la vagancia, respectivamente; nosotros, Ciudadanos, somos los que estamos junto a los héroes anónimos que trabajan». La polarización es mucha y, para la catedrática, «hay que calcular muy bien si compensa usarla o no, porque aumenta tanto los efectos positivos como los negativos».

Esta «dinámica de enfrentamiento», que vaticina el clima del 26-J, se basa en «establecer el defecto del rival», explica Canel. Y es idéntica en prácticamente todos los vídeos.

El último, hecho público ayer por el PP, también incide en esta estrategia -igual que hicieron en el que lanzaron el 8 de mayo tratando a Podemos como el «disolvente de todo lo bueno»-, marcando la dicotomía entre los de las «líneas rojas» -PSOE fundamentalmente- y «nosotros, PP, que somos el futuro».

Ver vídeo:

Este vídeo -explica Virgili- es mejor porque ha utilizado «el truco de sembrar el desconcierto y crear expectación». En efecto, se lanzó en dos tiempos: el primero, intrigante -¿qué quería decir esa línea roja en mitad de la nada?-, y el segundo, explicativo con la palabra «futuro». Y todo ello impulsado por el hecho de que quien lanza la incógnita es el propio Rajoy con un tuit. «Ha sido muy viral y muy comentado», concluye el profesor. El impacto, la sorpresa y, en definitiva, la emoción mandan. El significante se impone sobre el significado.

Fuente: http://www.elmundo.es/espana/2016/05/31/574ca08e22601d462f8b4648.html

 

Por: Marisa Cruz