Los partidos airean sus estrategias llevados por una idea errónea de transparencia y por la cultura de las redes sociales.

El resultado es un «Gran Hermano» de superficialidad

En toda negociación hay dos ámbitos: uno de puertas para adentro y otro de puertas para afuera. Ambos son igual de importantes y en el primero se pacta lo que trasciende al segundo. Conviene   no confundirlos. Es la regla número uno, aunque hay mas. Pero Podemos se las ha saltado todas y con ellos el resto de fuerzas parlamentarias, en la medida en que están contribuyendo a la espectacularización de las negociaciones para formar gobierno. Sesión continua. Declaraciones a todas horas. El Congreso de los Diputados convertido en un «ruedaprensódromo» donde basta sentarse en una sala para ver desfilar a portavoces que se retan y se contestan entre sí ante las cámaras, cuando no una subasta de ministerios entre candidatos que regatean con el programa del otro a plena luz.

Es la política en el escaparate, en vivo y al desnudo, que tiene mucho de transparencia mal entendida y de cultura whatsapp. Es la interpretación de Diego Crescente, de la firma especializada en relaciones gubernamentales Mas Consulting, para quien los partidos están incurriendo en el error estratégico de creer que «hay una demanda social, que ni mucho menos existe, que les reclama el minuto a minuto de las negociaciones», a  partir de lo cual han impuesto en sus dinámicas informativas «una mentalidad de twiter». Tanto en el ritmo -bombardeo de mensajes, cuantos mas mejor- como en la forma: ideas cortas, simples, que funcionen en televisión, pero que ya se diseñan para los 140 caracteres. 

Según el experto, no hay precedente de semejante retransmisión, ni en Alemania, donde grandes adversarios -léase PP-PSOE- acaban acordando grandes coaliciones. «Es inédito», avisa. No obstante, María José Canel, catedrática de Comunicación Política de la Universidad Complutense,  inscribe la actual explosión de comparecencias dentro de la normalidad de unas «negociaciones tensas» y fragmentadas, como lo está el propio parlamento. Su análisis sitúa a Podemos como generador de esta «dinámica enorme» de acciones de «puertas para afuera», y ejemplo clave es cuando Pablo Iglesias desveló, primero al Rey y luego al mundo, cuál era el precio de su alianza con Pedro Sánchez, que fue el ultimo en enterarse, puesto que entre tanto estaba reunido con el monarca.

Aquella tarde,  Iglesias liquidó con su prepotencia otro principio negociador, el que obliga a «respetar al otro en condiciones de igualdad» para favorecer concesiones mutuas en busca del acuerdo. Pero también desencadenó que el PSOE reaccionara en público «escenificando su decepción», recuerda la profesora y, a juicio de Diego Crescente, hasta ponerse al borde de una «crisis de comunicación» por la improvisación con la que tuvieron que actuar y el consiguiente riesgo de contradicción entre los muchos portavoces que intervinieron. Otro error, que perjudica gravemente la imagen de seriedad.

Dentro de esta inmensa función ha cumplido dos meses y medio, Ciudadanos está gestionando con mayor equilibrio la relación entre discreción y exhibición y el PP es el que se muestra más ajeno a participar en el «show», también para evitar dar explicaciones sobre la tormenta de corrupción que se le ha venido encima.

Uso y contraindicaciones

La eficacia de airear lo que en términos normales hubiera pertenecido al ámbito del contacto privado  es cuestionable. Han salido a relucir intereses personales y por el poder, algo que crea rechazo y «siempre puede dañar», señala María José Canel. El paroxismo lo representan Sánchez e Iglesias, mientras que Albert Rivera está ganando al encarnar «el interés por el bien nacional».

Apunta también la experta un posible abuso deliberado de la visibilidad por parte de Podemos que, a modo de estrategia, estaría llevando «al escenario de lo visible» exigencias como la del referéndum en Cataluña para convertirlo en gran moneda de cambio y luego cederlo por una buena contraprestación. «En la negociación influye el paso del tiempo, modifica los intereses y las condiciones» subraya la catedrática.

Consecuencia de la sobreexposición de las negociaciones es la impresión de estar asistiendo a un «Gran hermano» parlamentario, por lo superficial, como también lo es la información, incapaz de digerir la cascada enunciativa y frenar la frustración de una ciudadanía que no ve avances.

Por: Laura López Caro

Fuente: http://www.abc.es/espana/abci-politica-tuit-negociacion-directo-201603060559_noticia.html