Todo discurso es construcción de un escenario con actor, acción, trama y escena. Por eso se puede evaluar la actuación de Sánchez aplicando el principio de la dramaturgia por el que un discurso es bueno si el escenario construido suena tan coherente que motiva a quien escucha a adherirse a lo propuesto.

En su construcción de la escena Sánchez recurrió a los binomios de contraste (diálogo/imposición, acuerdo/asalto, avance/parálisis, paso al frente/escapismo), colocándose con los buenos en el «gobierno del bien común» frente al «gobierno en solitario y contra todos» de los malos del PP. Se proyectó como un actor valiente, responsable e ilusionado, cuya acción no es otra que la de responder a la petición de los ciudadanos (de quienes conoce sus deseos: acuerdo y no campaña electoral) para abordar una escena de «atasco político» en la que no queda otra que «las mezclas y el mestizaje». Se trata, en definitiva, de una escena en la que el remedio para España es un «gobierno del cambio», una «salida centrada» que el estadista Sánchez ha logrado configurar poniendo de acuerdo a una amplia mayoría. Suena coherente.

Pero la dramaturgia dice también que el espectador asumirá lo propuesto si las motivaciones que interpreta en quien habló coinciden con las suyas. El espectador tiene en el discurso de Sánchez razones para interpretar que sus motivaciones están lejos de las propias, es decir, para ver en quien habló alguien ansioso de presidencia. Todo en él (llegada, subida al atril, mirada, interpelación) transmitió la seguridad de quien se cree con derecho a gobernar, autoproclamándose «piedra angular» de la solución que necesita el país. Pero ese «gobierno del cambio» es el remedio a su problema –que no necesariamente el de España- pues es sólo con cambio, es decir, sin el PP, como Sánchez podrá colocarse de presidente.

No es la modificación del voto lo que Sánchez esperaba lograr ayer. Su objetivo era hacerse con un aura de estadista que le acompañe en una posible contienda electoral. El problema es que su relato puede volverse contra él, pues los españoles concluirán que no es para resolver el problema de Sánchez para lo que depositaron su voto en las urnas.

Lo mejor: llegar al atril pudiendo decir que al menos lo ha intentado

Lo peor: evidenciar una vez más que lo que él necesita es todo menos el PP

Fuente: http://www.abc.es/espana/abci-teatro-investidura-201603020143_noticia.html